Marta y Carlos llevaban diez años casados y tenían dos hijos pequeños. Marta trabajaba como contable en una empresa y Carlos era profesor de matemáticas en un instituto. Aparentemente, eran una pareja feliz y estable, pero Marta empezó a sospechar que Carlos le ocultaba algo.
Un día, mientras Carlos estaba en la ducha, Marta cogió su celular y buscó en Internet una aplicación espía que le permitiera acceder a sus mensajes, llamadas y redes sociales. Encontró una que se llamaba Spyphone y que prometía ser discreta y eficaz. Siguiendo las instrucciones, instaló la app en el celular de Carlos y creó una cuenta para poder ver los datos desde su propio teléfono.
Al principio, no encontró nada sospechoso. Carlos hablaba con sus amigos, con sus alumnos, con su familia... Pero un día, Marta vio que Carlos tenía una conversación con una mujer llamada Lucía. Al leer los mensajes, se quedó helada. Lucía era una profesora de inglés que trabajaba en el mismo instituto que Carlos y con la que mantenía una relación amorosa desde hacía meses. Se enviaban fotos íntimas, se decían palabras cariñosas y se citaban en hoteles cuando podían.
Marta sintió una mezcla de rabia, dolor y traición. No podía creer que Carlos le hubiera engañado de esa manera. Decidió confrontarlo esa misma noche y le mostró los mensajes que había leído. Carlos se quedó sin palabras. No podía negar la evidencia ni justificar su infidelidad. Marta le dijo que quería el divorcio y que se fuera de la casa cuanto antes.
Carlos intentó pedir perdón y explicar que se había dejado llevar por un capricho, que seguía queriendo a Marta y a sus hijos, que era un error del que se arrepentía... Pero Marta no quiso escucharlo. Estaba herida y decepcionada. Le dijo que ya no confiaba en él y que prefería empezar una nueva vida sin él.
Así fue como Marta y Carlos se divorciaron por culpa de un software espía que reveló una infidelidad.